- by SIMED
- 16 de octubre de 2020
Tras 6 meses de haber sido declarada la pandemia por la OMS, muchos han sido los descubrimientos y aportes de la tecnología tanto para el diagnóstico del COVID 19, como para tratar de frenar la pandemia. A nivel de diagnóstico las pruebas más usadas han sido: moleculares o PCR, serológicas principalmente en formato de pruebas rápidas de anticuerpos; sin embargo, en varias instancias han sido insuficientes y no fiables, por lo que aparece recientemente una nueva alternativa: pruebas para detección de antígeno, una oportunidad completamente provechosa en cuanto a diagnóstico recomendada y avalada por entidades internacionales.
Desde el primer paciente detectado en el mundo, se presentaron al mundo las conocidas pruebas moleculares, que sirven para el diagnóstico temprano de los contagiados mediante la detección directa del virus y que demostró ser muy efectiva en el control del avance de la COVID-19 en aquellos países con cantidad necesaria de pruebas y un respaldo financiero gubernamental que soportó el costo de las mismas. Lamentablemente, los países en Latinoamérica se tuvieron que conformar con mantenerse expectantes durante varios meses hasta tener la disponibilidad de este tipo de pruebas, en volúmenes insuficientes, con costos demasiado altos para la realidad de algunas naciones como para aplicarlas de forma masiva y adicionalmente contando con pocos laboratorios capaces de procesar este tipo de pruebas muy por debajo de la demanda necesaria para poder diagnosticar a tiempo la propagación del virus.
Siendo así, nos tuvimos que conformar con la implementación de pruebas serológicas, útiles para algunos aspectos de la enfermedad, más baratas y de más fácil procesamiento en su formato de pruebas rápidas, sin embargo no fueron concebidas para el diagnóstico temprano de la infección al no detectar la presencia del virus directamente sino que fueron desarrolladas para detectar la respuesta del cuerpo humano a dicha infección, mediante la formación de anticuerpos, proceso que tarda varios días más, los cuales son cruciales y que, en adición la aparición de estos anticuerpos no es perfecta en algunas condiciones o estados de enfermedades preexistentes, por lo que el avance de la enfermedad no logró detenerse de la forma más óptima.
La tecnología se ha ido perfeccionando luego de algunos intentos fallidos tratando de encontrar una prueba ideal que permita la detección temprana del virus con las características de una molecular, pero con costos más asequibles, de fácil procesamiento como una rápida, hasta alcanzar las pruebas para detección de antígeno, las cuales en los últimos días varias instituciones de prestigio como la CDC (Centro para Control de Enfermedades), la OMS (Organización Mundial de la Salud), la PAHO (Pan American Health Organization), la FDA (Food and Drug Administration), la APHL (Asociación de Laboratorios de Salud Pública), la ICMR (Consejo Indio de Investigación Médica) se han pronunciado para recomendar el empleo de estas pruebas siendo una de las mejores noticias que hemos recibido en esta pandemia.
Las pruebas para detección de antígenos pertenecientes al virus de la COVID-19, permiten realizar un descarte confiable y rápido a las personas sospechosas de padecer la enfermedad, con resultados listos en 15 minutos, de tal forma que se puede tomar aislamiento y manejo más adecuado sobre todo dentro de los primeros días de inicio de síntomas de la enfermedad, justo cuando se necesita detectarla más oportunamente. Gracias a ser una prueba de fácil procesamiento, sin necesidad de instrumentos, ni infraestructura de laboratorio, se considera una potencial herramienta para poblaciones de recursos limitados, lo cual será de gran ayuda en países de menor desarrollo como son los de Latinoamérica.
Las entidades internacionales mencionadas, han recomendado últimamente su empleo en escenarios de poblaciones con alta probabilidad previa de poseer el virus COVID-19 (es decir, pacientes sintomáticos en poblaciones de alta prevalencia), en aquellos casos, en los que un resultado positivo podría dirigir decisiones clínicas inmediatas y medidas de control en entornos colectivo, como:
- Implementación de equipos de control para proporcionar pruebas específicas en situaciones de emergencia o brotes nuevos.
- Selección de personas con síntomas respiratorios en departamentos de emergencias.
- En establecimientos penitenciarios, centros de cuidados a largo plazo, asilos u otros entornos de alto riesgo, grupos congregados donde se han confirmado casos recientes.
- Pruebas fuera del horario de atención en entornos hospitalarios cuando el paciente se beneficiará de un resultado rápido.
- Personas sintomáticas en poblaciones remotas como pequeños hospitales rurales, naciones tribales u otras jurisdicciones con alta prevalencia conocida y acceso alternativo limitado a las pruebas.
Como un ejemplo de los algoritmos actuales más simples para visualizar la aplicación práctica de las pruebas de antígeno, tenemos el siguiente basado en el formulado por la ICMR (Consejo Indio de Investigación Médica) hace pocas semanas:
Es importante señalar que las pruebas de antígenos tienen muy alta especificidad, es decir que cuando salen positivas son indicativas de que el paciente posee la infección con gran certeza; sin embargo, ante resultados negativos, se deben analizar factores adicionales del paciente, como el historial de exposición a COVID-19, el cuadro clínico y los resultados de pruebas auxiliares adicionales como orientación al diagnóstico y posterior manejo del paciente; sin embargo su aparición y existencia es una gran oportunidad para el manejo del diagnóstico temprano y efectivo del virus COVID 19 en este momento de evolución de la enfermedad.